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ISSN 1989-4163

NUMERO 04 - VERANO 2009

 

Citas Criminales

Sergio Sánchez-Pando

Autor: Joaquín Lloréns
Editorial Baile del Sol. Tenerife, 2009. 280 páginas, 15 euros.

 

Una cadena de asesinatos se ceba con los socios beneficiarios de una jugosa operación empresarial. Codicia y traición, o más bien el ansia de venganza por parte del traicionado, convergen desde posiciones encontradas para enfrentarse en el último eslabón. Es ahí donde interviene Beatriz Segura, la joven y sensual investigadora de espíritu dilettante que, impulsada por la curiosidad, cierto sentido del reto y una disposición hedonista, asume la labor de separar las capas de la trama, desde los fríos ejercicios contables de la superficie hasta las bajas pasiones que conforman su núcleo. Terreno abonado para el olfato de una mujer que no entiende de inhibiciones, que se erige en juez activo para alterar con sutilidad el desenlace a fin de dotarlo de equilibrio aportando también su habilidad innata para revestir de placer hasta al más irremediable de los trances.

Ni cínica ni resabiada, sino joven y bella, poderosa aunque vulnerable, dotada de una ingenuidad engañosa, Beatriz ofrece una estampa muy alejada de la investigadora al uso. Consciente de la imagen que proyecta de sí misma, no duda en servirse de sus encantos para promover sus intereses, sus pesquisas, sin renunciar jamás a la opción de disfrutar en el proceso. Una figura licenciosa, manipuladora, promiscua y sinuosa, que se mueve como sirena en el agua en los ambientes más masculinos y crápulas. Toda lealtad reservada en exclusiva para su protector, padre adoptivo y amante platónico, cuyo confinamiento en una silla de ruedas trata de aliviar ejerciendo como fantasía erótica para él en los acontecimientos reales en que se ve inmersa.

Quizás el maltrato sufrido por Beatriz a manos de su padre real explique, en parte, su peculiar comportamiento e incluso su empatía hacia quien escogió la opción de la venganza. El contacto entre uno y otro suscita diversas cuestiones: ¿Por qué algunas víctimas se transforman en verdugos mientras otras son capaces de no volver la vista atrás?, ¿por qué quienes padecieron un trato injusto a menudo sucumben a la tentación de crear nuevas víctimas, sea de los responsables directos de su desdicha, de seres inocentes propicios por su indefensión o, tantas veces, de ellos mismos, contribuyendo así a alimentar la espiral de sufrimiento? ¿Por qué, en definitiva, quien se ha sentido traicionado se ve impelido a traicionar?

Es la clase de dolor que anida en Citas criminales -primera novela del escritor bilbaíno afincado en Palma Joaquín Lloréns, publicada por la editorial Baile del Sol-, sepultado bajo un miasma de bajos instintos: engaño, soberbia, cobardía, adulterio, deslealtad, avaricia, superficialidad; esos que tan a menudo fermentan bajo una fachada de éxito profesional, de opulencia y sibaritismo, la que tan bien sienta a la luminosa Mallorca, protagonista de pleno derecho de la novela, desde las intrincadas callejuelas del centro histórico de Palma hasta los enclaves más artificiosos y turísticos, pasando por hoteles, lujosos chaléts de las afueras, iglesias; sobre todo iglesias, coincidiendo con el trance solemne en que sus campanas repican a difunto. Acaso las citas de Schopenhauer y de otros pensadores, recurrentes a lo largo de la novela, sirvan de recordatorio de lo poco que vale un entorno propicio y los medios para disfrutarlo si no van acompañados de la visión, de la actitud adecuada.

Tampoco conviene olvidar que la narración en Citas criminales responde a una transcripción de hechos recogidos, e incluso grabados en vídeo, por Beatriz al objeto de suscitar el interés, el deseo -cabe pensar que también la admiración- de Alberto, su protector, quien se encarga de darles forma ayudándose de su imaginación. De ahí la pulsión vital que palpita en la novela como contrapunto a tanta miseria moral -a este respecto quizás se eche en falta un poquito más de luz sobre el personaje femenino que ejerce de catalizador de la traición- como si su autor pretendiera dejar muy claro el contraste respecto de las distintas tácticas que los humanos desplegamos a fin de poseer al prójimo. Razones, en cualquier caso, más que suficientes para que quienes se sientan a la intemperie tras los lúgubres y gélidos inviernos escandinavos sepan que cuentan con una alternativa más cálida, más próxima, en la que los más bajos instintos no están reñidos con una sonrisa o, ya puestos, con un leve gemido de placer.

Citas Criminales
Foto: Alejandro Zenker

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